En un planeta con 4,200 religiones diferentes y con dioses incompatibles, el extremismo de algunos grupos a la hora de aplicar sus creencias puede acabar siendo beneficioso de rebote para toda la población mundial. Es el caso del principal grupo ancestral de judíos, los asquenazíes, un colectivo de unos 10 millones de personas cuyas raíces se remontan a apenas unos tres centenares de individuos que vivieron alrededor del año 1,300 en lo que hoy es Alemania, Polonia y Rusia.
Sus costumbres endogámicas, con matrimonios habituales entre primos y el rechazo a mezclar su sangre con la de personas de otras religiones, han generado una alta frecuencia de enfermedades vinculadas a mutaciones genéticas aparecidas en un momento dado y diseminadas por la población a causa del sexo entre familiares. Son un laboratorio perfecto para rastrear genes asociados a enfermedades como el párkinson, la diabetes, la esquizofrenia y el cáncer de mama u ovario.
Ahora, un equipo de científicos de Estados Unidos e Israel han reclutado a 128 ancianos judíos asquenazíes y han leído sus genomas completos, el conjunto de instrucciones genéticas, que se encuentra plegado en una bolita de 0.01 milímetros de diámetro en cada una de nuestras células. En ese microscópico manual de instrucciones, formado cada uno por una secuencia de unos 3,100 millones de letras, se pueden buscar las erratas culpables de las patologías habituales en los asquenazíes.

Comentario personal: Desde nuestro punto de vista, nos ha llamado la atención como gracias a estas costumbres se puede lograr encontrar las causas que dan lugar a la presencia de determinadas enfermedades bastante usuales en la sociedad. Otro detalle que nos ha causado curiosidad es el hecho de que según esta noticia están leyendo el genoma completo de dichos ancianos, lo cual teníamos entendido que no era posible, que lo que se hacía era estudiar aquellas regiones del genoma que presentan grandes variaciones. Esto supondría un gran avance.
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